Es maravilloso verlas montar juntas, las cuatro al compás y yo de testigo, más consciente que nunca de que esa yegua, que iba a ser para mí, ya no me pertenece. Naia y Beauty hacen un tandem perfecto. Yo me limito a quererlas a todas, enseñarles lo que sé y aprender de ellas. Las horas pasan y van arrancando días al calendario. Ellas aprenden, mejoran, crecen, se van desplegando como velas de un barco e inician su propia aventura, cada vez más lejos, pero con el camino de vuelta a casa más claro.
Yo un faro, para que siempre sepan cómo regresar a mí.