lunes, 13 de agosto de 2012

Los mundos de Gael















Se levanta reclamando acceso a su mundo de fantasía donde Spiderman es el rey y tiene como súbditos también a personajes como Sonic, Mario y todos y cada uno de los pajaritos del Angry birds. No importa el dispositivo, si es más grande o pequeño, si se maneja con un dedo, con un mando o con la mente. El lo aprende, lo controla y te deja boquiabierto con esa parece que innata habilidad para acabar venciendo y superarse.
Cuando la cosa se le complica acude a su padre "Papá, me pones la consola pero no se lo decimos a mamá, que no me deja y se enfada". Mamá es la mala de todos los cuentos, de todas sus aventuras. Le cuento hasta tres y al dos ya ha dejado lo que sea, con el consiguiente cabreo y vuelve de nuevo al mundo. Le invito a que cocine conmigo, a que sea mi asistente en la compra o en el cambio de pañal de Naia, algo que le hace insólita ilusión, mientras cantamos el Sapo Pepe o bailamos el Minué.
A veces se pone a hablar como un lorito con su cada vez más amplio y sorprendente vocabulario y utiliza grandes palabras que aún no sabe usar y acaba diciendo cosas como "Papá, te permito que tengamos una tortuga" y así un disparate tras otro. Es realmente divertido.
También ha comenzado a jugar con su hermana a la que persigue, divierte y agobia hasta la extenuación. Entonces ella chilla como una loca y él satisfecho de su fechoría, se parte de risa.
Otras veces la abraza y da besos o le dice "Te quiero mucho mi niña" y yo me muero de amor porque no se puede ser más adorable.
Cada noche en la camita me dice "Mamá ¿me das mimitos por favor?" Entonces le acaricio, me encanta ver cómo le gusta especialmente cuando me entretengo en su pelo y su carita y luego nos damos la manita hasta que se queda dormido.
Está siendo un verano tranquilo, perfecto para disfrutar de ellos lo que no he podido hacer el resto del año. Cuando me preguntan que si no me voy a ningún sitio lo único que soy capaz de pensar es que cada vez que estoy con ellos me voy a un lugar lejano, a otro mundo también. Ellos son mi paraíso y el lugar donde más feliz me siento.

martes, 7 de agosto de 2012

Los primeros pasos














Acaba de comer un yogur y ahora está completando el desayuno con unas cuantas galletas. De fondo la música oída hasta la saciedad que su hermano llamó en su día tetete. Aunque a ella no le hace falta. A ella le llega la música desde dentro, se pasa el día cantando su cumpleaños feliz en distintas versiones y, de no ser porque soy testigo de todas ellas, no me lo creería si me lo contasen porque la cantidad de matices, entonaciones y sentidos que es capaz de darle a cada una es realmente increíble.
El día de mi cumpleaños decidió hacerme el mejor regalo: sus primeros pasos. Tardó una semana más en lanzarse del todo pero qué emoción dios mío, ver que por fin conquistaba la bipedestación. Ahora va borrachita de un lado a otro sin parar, resplandeciendo, tocándolo todo. Le encanta el agua, bañarse en la piscina y se lanza temeraria a salpicar, a sumergirse, como si no existiese el miedo.
Sigue comiendo muy bien y las lentejas y el puré de mamá es lo que más le gusta, amén de las patatas fritas, que le vuelven loca.
Ella habla sin parar en su idioma entre el que pueden entenderse siempre Lula, Ilde y Nana, agua, más, mamá, papá y un "Hola ..ael" que lo mismo vale para su hermano que para su primo. También ha cogido aficción a decir No por sistema a prácticamente todo lo que le digas pero de una manera muy simpática y provocadora. También llevando la contraria es un encanto.
Le gusta mucho pintar y jugar a recoger al ritmo de A guardar, canción que también canta con una gracia sin igual. Abraza y da besos como nadie. Se acerca, te agarra la carita con suavidad y te planta un besiño. Indescriptible momento. Inmejorable.
Su pelo, tal como auguraba ya desde que estaba en la barriga, es manifiestamente rizado y se le forman unos caracolillos por detrás que quitan el sentío. Qué pena que mis habilidades como peluquera sean inexistentes. Aun así lo intentaré, porque con lo linda que es mi princesa, merece todo mi esfuerzo para que no parezca que cada día la ha peinado un padre, con todo mi respeto a los padres, en especial a los que sí saben peinar.
Mi niña sólo tiene un defecto y es que chilla con una intensidad y a un volumen que la hacen a veces ligeramente insoportable. Magnífica defensa contra los constantes ataques de su hermano que no para de chincharla pero... ¡puf! esto es para vivirlo. Por lo demás, sigue siendo un diez. Mi niña es un diez absoluto y sigue siendo el mejor regalo cada día, el más dulce, el más intenso, el más alegre, el que más feliz me hace.