sábado, 10 de marzo de 2012

Gael en marzo

Estaba esperando a que llegase el buen tiempo para ponerse, por tercer año consecutivo, su uniforme "de español". Así que hoy, que hacía bueno y había barbacoa, tíos y primo Nico gallego, ha decidido que era el día ideal para estrenar la temporada primavera-verano. El conjunto le ha quedado raro pero a él le da lo mismo porque ha estado toda la tarde jugando a ser un crack, de la mano del tío Lucas, que hoy tenía a sus dos pequeños aprendices juntos y a su servicio.
En este último mes, cumple de Naia de por medio, en el que han ocurrido tantas cosas, alguna muy mala, como el ingreso de David por la meningitis, he pensado mucho en cómo es nuestra vida. Estoy, aunque ya lo estaba, cada vez más convencida de que los mejores días de mi vida tendrán lugar en estos años, en los que ellos están aprendiendo a ser y yo tengo la suerte de acompañarles.
Para mí, cada caricia suya es un regalo, cuando me coge la mano y me dice ven mamá, vamos a hablar y me cuenta historias disparatadas e increíbles, tremendamente inocentes, y veo cómo su vocabulario crece cada día y se emociona cuando algo le gusta y lo hace todo tan bello...
Cuando me asomo a esos ojazos limpios y soy capaz de leerlos y sorprenderle y él me corresponde con vaharadas de ternura, como diría mi abuelo.
Es un niño maravilloso y espero que ese caparazón tras el que a veces se oculta, vaya desapareciendo poco a poco para que al final pueda ser él, sólo él. Con toda su luz. Con toda su magia.

miércoles, 7 de marzo de 2012

El primer año de Naia




Hace un año exactamente no podía dejar de mirar a esa perfecta criaturita que había nacido apenas dos horas y media antes.
A las siete de la mañana comenzaron las contracciones. Fuimos al hospital pero nos mandaron a casa, así que nos fuimos a casa de Paula y, creo que no llegó a una hora después, de nuevo al hospital, de donde ya no nos echaron. Eran cerca de las tres de la tarde. Pasé un rato malo hasta que llegó la epidural, después todo como la seda. Riéndonos de nombres absurdos, aguardando el momento.
Rompí aguas y todo lo demás fue muy rápido. Ella quería salir rápido, tan rápido que casi no nos da tiempo llegar al paritorio y una vez allí, todo fácil y emocionante. Desde que salió todo con ella ha sido fácil y emocionante.
Jamás pensé que la iba a querer así, que iba a llenar de tal modo mi vida y que se iba a convertir en aquello capaz de compensar todo el mal, por grande que sea.
Esta niña es todas las cosas buenas y hermosas. Mi lugar en el mundo, al que querré volver cada siete de marzo y revivir cómo llegó a mi vida y cómo la ha hecho brillar todos y cada uno de los días que hemos compartido y compartiremos.
Feliz cumpleaños mi niña y gracias por hacerme tan, tan feliz.