domingo, 31 de marzo de 2024

Incatalogable marzo























Hablar de la impredictibilidad de la vida es algo muy manido pero no por ello innecesario. Me resulta muy difícil hablar de cómo ha sido este mes. Convulso, diría. Difícil.

A la vez vibrante y hermoso.

Las dos caras de la moneda cosidas por una constante: mis niños, mis chicas y David. Añadiría a mi familia, mis amigas, mi trabajo.

Despido marzo con una especie de sensación de irrealidad y con la profunda certeza de la voracidad del calendario devorando uno a uno los días sin apenas haberlos rozado. Cuando eche la vista atrás y la tormenta haya pasado miraré las fotos y sólo recordaré los momentos buenos, esos que me hacen sacar la cámara para regresar tantas veces quiera a ellos. Por todos ellos doy las gracias. Estoy preparada para lo que venga.

jueves, 7 de marzo de 2024

Del amor y los sueños












El año pasado escribí en el cumpleaños de Naia que ojalá el próximo caballo que montase fuera suyo. A finales de marzo ya teníamos a Lottie.

Beauty y Bam Bam llegaron a punto de acabar agosto.

En menos de un año pasamos de no tener ninguno a tres caballos. Y pasamos de ser una familia de seis a una familia de nueve.

 

Durante estos meses de aventura, de aprendizaje, de unión entre nosotras y con ellas, no ha habido un solo día en el que pese al frío, al calor, al barro, la lluvia, los bichos, la frustración, el cansancio… Naia haya dicho no o torcido el gesto por tener que ir a verlas cualquier día de la semana, tarde o temprano, con el sol recién puesto o con la luna testigo de nuestros pasos.

Naia es mi yo niña pero con la posibilidad de cumplir su sueño.

Naia cumple trece años y todos los regalos pensados me parecían muy lejos de lo que ella merece.

Pensé en qué es lo que le haría más feliz, cómo podría recompensar esa capacidad tan suya de mejorarlo todo.

Y lo que vino a mi cabeza fue ella abrazando a Beauty, queriéndola, derribando una a una sus barreras para llegar a un corazón que latía fuerte pero parecía inquebrantable. Un corazón herido que se presentó casi impermeable a las caricias pero ahora las reclama, nos busca, nos quiere. Y nosotros la adoramos.

Pese a que era “mi” caballo, es ella quien la monta, quien más cree en ella, quien le inspira y le da la confianza y el valor para avanzar juntas.

 

Hace mucho que entendí que no se puede poseer una vida o el amor. Por eso yo hablo de mis animales y los siento como un miembro más de la familia y no como una posesión. Yo no quiero ni puedo -cómo podría- poseer ninguna vida más allá de la propia.

 

Intento explicarles a mis hijos, sobre todo cuando se interesan en saber a cuál de los tres quiero más, que el amor es infinito, que nunca se divide, siempre multiplica, que puedes amar a muchos seres vivos sin límites, sin noción del tiempo, sin fronteras.

Les digo que se centren en querer y en quererse y que den y se den todo el amor del que sean capaces, que no se dejen nada en los bolsillos.

 

Beauty no me pertenece, como no lo hacen mis hijos, David, o nadie por mucho que les ame o haya amado. Pero hoy le he puesto a esa belleza negra un lazo en la cabeza para que Naia sienta que es suya.

No le estoy regalando un caballo.

Le estoy diciendo que la amo tanto que soy capaz de entregarle sin pensarlo el sueño de mi vida solo por verla sonreír de esa manera.

Feliz cumpleaños, Naia.

En realidad el sueño eras tú.