Hablar de la impredictibilidad de la vida es algo muy manido pero no por ello innecesario. Me resulta muy difícil hablar de cómo ha sido este mes. Convulso, diría. Difícil.
A la vez vibrante y hermoso.
Las dos caras de la moneda cosidas por una constante: mis niños, mis chicas y David. Añadiría a mi familia, mis amigas, mi trabajo.
Despido marzo con una especie de sensación de irrealidad y con la profunda certeza de la voracidad del calendario devorando uno a uno los días sin apenas haberlos rozado. Cuando eche la vista atrás y la tormenta haya pasado miraré las fotos y sólo recordaré los momentos buenos, esos que me hacen sacar la cámara para regresar tantas veces quiera a ellos. Por todos ellos doy las gracias. Estoy preparada para lo que venga.
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