miércoles, 10 de abril de 2013

Cinco años feliz
















Hoy cumple mi niño cinco años, mi Gael, que ya es todo un muchachito, un pequeño ser independiente que estira cada uno de los deditos de una de sus manos con orgullo y se siente taaaan mayor... 
Mi pequeño cachorro disfrazado de Ironman lleva toda la tarde haciendo misiones, derrotando a los malos, dejando volar su interminable imaginación y a nosotros se nos cae la baba viendo cómo se nos hace grande y un poco asustados de lo rápido que pasa todo, sorprendidos por cómo se mueven los astros y los sueños.
Este diez de abril ha sido especial, cada uno de los días que hemos celebrado el feliz momento en que nació ha sido único. Recuerdo con exactitud qué hacía a esta hora hace cinco años, apenas llevaba una hora en el mundo y movía sus manitas mientras nos descubría y lo miraba todo con los ojos increíblemente abiertos, como si se dijese a sí mismo qué era cada cosa que había allí, qué mamá, qué papá, qué su propio cuerpo. Luego se durmió y nos costó casi un día que se despertase. Recuerdo que estuve toda la noche intentando despertarle para darle el pecho y no había manera, ni con agua, ni con leves pellizquitos, ni vestido ni desnudo... nada podía con su tranquilidad y su sueño. 
Y qué vulnerables nos sentíamos ante lo desconocido. No había miedo, pero sí un ligero vértigo ante aquella criaturita adorable, ese precioso monillo que llegó a nuestras vidas para hacerlas mucho mejores, para hacer que nuestra existencia adquiriese su verdadera dimensión.