En noviembre hemos terminado de asentarnos en el yard. Ahora tenemos nuestra caseta para poner nuestras cosas y, pese a unos cuantos días de heladas, hemos tenido algunos otros de esos que te cuesta borrar de la retina, con la luz del otoño tardío bañándolo todo, y esa belleza inquebrantable de las ultimas hojas cayéndose de los árboles, resignadas pero entregadas a sembrar de marrones, rojos y dorados el suelo. Inolvidable.
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