Siempre me han hecho mucha gracia los fanáticos de la astrología contando la influencia de uno u otro planeta sobre el destino o el curso de las cosas. Me hubiera encantado creer que hay un margen de acción en lo inexplicable, o sea, falta de responsabilidad sobre nuestras acciones en favor de un no sé qué que toma decisiones en nuestro lugar.
Me hacía mucha gracia todo hasta que este Diciembre entró, léase con sorna o no, retrógrado, y me puso las cosas un poco patas arriba. Llámalo magia.
Desde entonces ando intentando poner un poco de orden en el caos. Nunca antes todo más claro ni más confuso.
Deseando resolver el misterio en 2024.