lunes, 30 de diciembre de 2019

Invierno

















Comenzó el 2019 convulso, reaccionario, revelador. Se rompieron de algún modo mis esquemas y sigo desde entonces descubriendo cuánto pueden dar de sí. Cómo ajustar mi vida al molde o viceversa. Hasta dónde buscarme.

Aprendí que nunca es tarde para empezar de nuevo y que lo nuevo siempre está por venir.

También llegó el momento de cerrar para siempre las puertas de la que fue nuestra casa 12 años. Un paso definitivo, doloroso y necesario. He aprendido por fin a renunciar.
Las cosas en realidad no existen. Somos nosotros mismos proyectados en ellas, somos lo que fuimos con ellas, nada más.

Mis hijos cambiaron también sus costumbres. Y crecieron.
Por más que lo intente tengo claro que nunca podré retener su infancia, que no hay fotos o palabras que la describan, que puedan devolverme ese momento, pero sí traerme de nuevo a ese instante y recordar.
Cada vez que ellos me preguntan o se interesan acerca de cómo eran, abro este blog y ahí está todo. Aquí está nuestra vida, para ellos y para mí.
Aún no leen mis palabras, cómo les describía o registraba sus primeras veces. Espero que cuando quieran leerlo encuentren en este proyecto el regalo de la memoria, de los recuerdos, de lo que uno olvidaría pero quedó mágicamente impreso.

Espero que algún día les haga tan felices ver el resultado como amor pongo cada vez imaginándoles recordándome y recordándose.