Supongo que la vida es esto, promesas propias y ajenas que se disuelven en el tiempo, que se olvidan. Y mientras tanto todo ocurre. Lo cotidiano y lo extraordinario se entrelazan y resurgen uno sobre otro haciendo que casi nada más importe salvo lo que está ocurriendo en ese momento.
La segunda mitad del 2018 fue un poco el resumen de todo esto. Cosas realmente extraordinarias: casa nueva, caminos que nacen de la incertidumbre hacia quién sabe qué nuevos destinos. Dudas y certezas casi a partes iguales.
Misterio, realidad y suerte.