A lo largo de mis 42 años he ido conociendo gente maravillosa. Algunos desaparecen unos años y luego vuelven. Algunos no vuelven jamás pero aquello que vivimos juntos permanece imborrable pese al paso del tiempo.
Me siento enormemente afortunada y conservo a mis mejores amigos de todos los sitios que han marcado mi vida desde la guardería. Prácticamente toda la gente que ha sido importante para mí permanece. Y eso es un tesoro. Mis amigos son un tesoro.
Este año he podido disfrutar mucho de algunos de ellos. Nunca tanto como me gustaría, pero siempre de manera muy intensa.
Entre nuestros amigos, lo que conocimos ya estando juntos David y yo y con quienes hemos pasado algunos de los momentos más divertidos y maravillosos en los últimos 18 años, están Juan, Raquel y las niñas, a las que conocimos siendo muy pequeñitas. Con ellos hemos pasado navidades, veranos, viajes y fines de semana memorables. Somos Le pichón al pozal. Otro de nuestros tantos sinsentidos.
Les queremos, nos quieren y este verano en Gales hemos sumado otro triunfo más a la alforja de la memoria. Unos días inolvidables que espero no tarden en repetirse.
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