jueves, 7 de abril de 2011

El primer mes de Naia






Hoy mi niña ha cumplido un mes. Sin duda esta semana será muy intensa y emocionante, una semana de celebraciones, de mucha alegría que culminará el domingo con el tercer cumpleaños de mi mágico Gael. Lo tengo casi todo preparado pero hoy me he dado cuenta de que por más cosas que prepare, por más empeño que ponga siempre me parecerá poco. Cuando le miro, cuando les miro, pienso que no hay nada lo suficientemente grande, bonito o especial que pueda hacerles justicia. Sólo espero ser capaz de hacerles disfrutar y que cuando sean mayores se sientan afortunados y recuerden su infancia como una etapa plenamente feliz y sus cumpleaños como días maravillosos en los que eran los reyes y no había nada que les hiciese sombra. Porque el tiempo pasa rápido, rapidísimo y cuando te quieres dar cuenta lo que eran proyectos son hermosas realidades y tu infancia queda muy lejos pero vuelves a vivirla a través de tus hijos, que son tu vida y lo más increíble que te pueda pasar jamás. Son el puerto al que amarrarse aunque todo lo demás esté mal, son la estrella de oriente a la que seguir. Son el milagro.
Hoy rescato algo que escribió David hace cuatro años, cuando nos cegaban las ganas de ser padres, cuando les necesitábamos en nuestras vidas y aunque no habían llegado teníamos claro el nombre de nuestra primera hija, aunque antes llegó Gael.



No hay noche interminable.

Lo dice la burbuja.
            Náufrago
            que recorre el vientre de tus pupilas,
            multiplicando materia y álamo
            y agua y sílaba santa.
            Repitiendo esta metalurgia hasta el éxtasis,
            sólo para balbucear
            en lo más profundo de tu córnea
                                   - donde van a dormir las luciérnagas -
            el nombre exacto de nuestra ansia:
            N-a-i-a


Hoy no hay noche interminable.
Sólo una eternidad de luz enamorada.
    

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