Gael está cambiando, el día que su abuelo le dijo -Tú ya no eres un niño, tu ya eres un zagal ("fagal" en versión gaélica)- se transformó. Es increíble lo mucho que nos cambia a veces una simple palabra. Ahora él asume que ya no puede hacer cosas de bebés o de niños chicos y cuando flojea el zagalismo y se lo haces saber, cambia enseguida para hacer honor a su estatus aunque tenga que renunciar incluso al chantaje que esté haciendo en ese momento. Pero este zagal sigue desprendiendo amor por cada milímetro de su perfecto cuerpecito, afortunadamente eso no cambia, y sigue regalándonos besos y abrazos por doquier y diciéndonos a cada momento que nos quiere mucho. Mágicas palabras. Y la máxima expresión de su amor ocurrió anoche cuando le dijo a su hermana -Ay Nayita, te quiero pero supermuchísimo-. Fue un momento inolvidable, tanto como su primera excursión a la granja escuela. Aún no tengo fotos, pero se lo pasó genial, hizo rosquillas, acarició a los animalitos y montó en pony. Cuando bajó del autobús no nos contó nada, pero en los días sucesivos nos ha ido contando sus aventuras en la granja y por las noches sube a nuestra cama porque dice que le ha picado el gallo de su habitación. Dónde metería la mano.
En septiembre comenzará el cole, otro gran cambio, otro gran momento, otra prueba para él y para nosotros. Gael se hace mayor y yo cada día estoy más orgullosa del niño maravilloso en que se está convirtiendo. Es maravilloso este fagal.