viernes, 31 de octubre de 2025

La Bruja Zorra



































Como todos los nombres de mi vida, Bruja Zorra llegó a mí sin elegirlo. Creo que así es y tiene que ser la vida, que te va adornando de cosas, nombres, cicatrices... sin esperarlo. Me acompaña la certeza de que esas sorpresas son la gasolina de la existencia, lo que hace que absolutamente todo lo anterior sea, no solo posible, sino necesario para lo siguiente, sea lo que sea.

Vivo ahora entregada al mundo esotérico, filosófico, espiritual y psicológico que me permite desgranar la existencia, acercarme cada vez mas a mí, a lo que he venido a hacer y ofrecer a este mundo, al margen de mis hijos. El viaje está siendo, ya no lo más importante, sino lo único de mi vida. Vivir para expandir la conciencia de mi propia existencia y tratar de que el impacto de mi viaje ayude a otros a expandir la suya. 

Los niños me entienden más cada día, les gusta y se benefician del cambio.  Son más felices, más valientes, más capaces. Al final, las transiciones, para que cuesten menos, implican estar cada día en un nuevo lugar cerca, pero distinto del anterior.  Cada día un paso más cerca de lo siguiente, uno más lejos de lo anterior, y tú siempre en el centro, imperturbable, abrazando ambos, siendo el eslabón que todo lo sostiene y entiende su sentido, pero a la vez el que todo lo cambia. Sólo uno debe entender qué eslabones sostiene y por qué, de dónde vienen y a dónde van para ser parte de un todo más grande, más importante, más necesario. Sin embargo tan necesario es uno como lo demás. Por eso debemos protegernos, cuidarnos y amarnos como lo único y definitivo, porque sin nosotros en nosotros mismos, nada de lo demás tiene sentido. 

Hoy es el 77 cumpleaños de mi padre pero este año, rompiendo la costumbre de los últimos, no hemos podido acompañarle. Curiosamente, el año en el que más distancia nos separa, es en el que me siento más unida a él. Parte de mi viaje es, precisamente, honrar mis orígenes y todo lo que soy gracias a su vida, su ejemplo y su esfuerzo. Mirar atrás y sentirme orgullosa de mi sangre con todas sus luces y sus sombras porque solo así puedo celebrar y honrar mi propia vida y la vida de mis hijos y todo lo que está por venir hasta donde llegue. Entender hasta dónde he sido tocada por la vida de los otros para que mi huella sea lo más honda, amable y luminosa posible, para guiar con mi ejemplo.

Estoy francamente orgullosa de mí misma y de haber llegado a este punto en mi camino, donde estoy comprometida con mis dones y mis sueños y jamás he sido más feliz, ni me he sentido más libre, ni he estado más ilusionada con mi futuro, que me sonríe en la distancia y me anuncia abundancia y prosperidad. 

Es el día de los muertos y no me he sentido más viva jamás, supongo que porque jamás había entendido la muerte como la entiendo ahora: la oportunidad para que todo renazca, para que lo que no existía, exista, para que lo que ya agotó su energía, es decir, su capacidad de generar sentido, o sea, amor, quede atrás y se reconvierta. Para empezar de nuevo una y otra vez cuando ya no quede nada que sostenga lo anterior porque acabó su ciclo. 

Bienvenido siempre lo nuevo. Bendito todo lo anterior.

martes, 30 de septiembre de 2025

La luz al final del túnel
































En algunas culturas septiembre es el mes primero de un nuevo ciclo, un momento para recomenzar y darte la oportunidad de hacer aquello que no has podido o no te has atrevido a hacer hasta entonces. Es como enero, es como el día que naces y todo el mundo asume que porque tienes toda la vida por delante, harás muchísimas cosas, tantas que no sabrías ni por dónde empezar. 

A veces, solo a veces, miras atrás y te das cuenta de que no hiciste nada de lo que querías o que en realidad valga la pena, que sea realmente memorable. Mucha gente se da cuenta, por lo general tarde, de que no han hecho prácticamente nada, salvo sobrevivir. Han dejado que la vida apenas les roce y además lo han hecho con miedo.

Otras veces, aunque parezca que no has hecho nada, has hecho mas de lo que harás ya en lo que te queda de vida. Supongo que es cuestión de perspectiva. 

Si echo la vista atrás desde el pasado septiembre podría decir que, sin lugar a dudas, ha sido el año más sorprendente cuanto menos, desde que nací. Tan revolucionario que, en sí mismo, se pertenece, como una isla, un planeta orbitando en su propia gravedad, sin pedir explicaciones ni permiso, abriéndose paso, haciéndose posible a sí mismo. Sosteniéndose imperturbable, poderoso, inevitable.

Por eso no puedo ni siquiera decir nada de este mes o este año salvo gracias, supongo, por hacer que el viaje, aunque a veces lleno de dolor, merezca siempre la pena y llene mi tiempo y mi presente de sentido.

Y gracias, sobre todo, por permitirme mostrar siempre mi luz. Sé que para ello se requiere oscuridad y que nunca dejará de haberla, pero tampoco yo dejaré de ser mas luz cuanto más oscuro esté todo a mi alrededor. 

La luz al final del túnel soy yo en realidad.