Puede que este haya sido de los meses más duros y a la vez uno de los más bonitos de mi vida.
Un mes de plantación y cosecha. De plagas y milagros. De todos y nadas.
Me harían falta casi todas las palabras del mundo para describirlo y a la vez el silencio también sirve.
Y cuando eso ocurre, hay que dejar que sean las fotos las que hablen. Olvidar, o tratar de olvidar, cuando la vida duele para amarla mas cuando sale el sol.
Me despido de abril con gratitud pese a lo difícil de los días en los que todo tiembla. Esos en los que a veces hay tanta luz, que ya no puedes ver.
Con mas fuerzas que al recibirlo, espero desembocar en un mayo en el que vuelva el orden y despedir el caos.