Este abril nos ha brindado una primavera loca y antipática que nos ha negado el sol. A pesar de todo, tuvimos algunos días de tregua y conseguimos hacer algunos planes, paseos por el bosque, ir al pub por primera vez en más de un año y, por supuesto, el cumpleaños de Gael. Tortitas para desayunar, sus comidas preferidas, regadas con Fanta de naranja, y videojuegos a placer. La receta para tener a un niño feliz y casi la única opción en medio de esta todavía pandemia mundial.
No veo el momento de que acabe el miedo y seamos libres de nuevo. No puedo esperar a viajar a España y abrazar a mi hermana, a mi padre, a mi familia. Qué difícil se ha vuelto todo de pronto y qué incertidumbre esta de no saber cómo ni cuándo romper o poner distancia. Es como un jeroglífico de fechas, normativas, restricciones, variantes, datos que suben o bajan y con ellas nuestras esperanzas de abrazarnos todos de nuevo. La respuesta en el aire.
Abril se marchó casi de puntillas, tan frío como vino. El próximo será mejor.