Cuando la cosa se le complica acude a su padre "Papá, me pones la consola pero no se lo decimos a mamá, que no me deja y se enfada". Mamá es la mala de todos los cuentos, de todas sus aventuras. Le cuento hasta tres y al dos ya ha dejado lo que sea, con el consiguiente cabreo y vuelve de nuevo al mundo. Le invito a que cocine conmigo, a que sea mi asistente en la compra o en el cambio de pañal de Naia, algo que le hace insólita ilusión, mientras cantamos el Sapo Pepe o bailamos el Minué.
A veces se pone a hablar como un lorito con su cada vez más amplio y sorprendente vocabulario y utiliza grandes palabras que aún no sabe usar y acaba diciendo cosas como "Papá, te permito que tengamos una tortuga" y así un disparate tras otro. Es realmente divertido.
También ha comenzado a jugar con su hermana a la que persigue, divierte y agobia hasta la extenuación. Entonces ella chilla como una loca y él satisfecho de su fechoría, se parte de risa.
Otras veces la abraza y da besos o le dice "Te quiero mucho mi niña" y yo me muero de amor porque no se puede ser más adorable.
Cada noche en la camita me dice "Mamá ¿me das mimitos por favor?" Entonces le acaricio, me encanta ver cómo le gusta especialmente cuando me entretengo en su pelo y su carita y luego nos damos la manita hasta que se queda dormido.
Está siendo un verano tranquilo, perfecto para disfrutar de ellos lo que no he podido hacer el resto del año. Cuando me preguntan que si no me voy a ningún sitio lo único que soy capaz de pensar es que cada vez que estoy con ellos me voy a un lugar lejano, a otro mundo también. Ellos son mi paraíso y el lugar donde más feliz me siento.
Está siendo un verano tranquilo, perfecto para disfrutar de ellos lo que no he podido hacer el resto del año. Cuando me preguntan que si no me voy a ningún sitio lo único que soy capaz de pensar es que cada vez que estoy con ellos me voy a un lugar lejano, a otro mundo también. Ellos son mi paraíso y el lugar donde más feliz me siento.